Cada situación, cada padecer es absolutamente singular y su origen nunca responde a una única causa por ello no corresponde hacer generalizaciones.
Es notable sin embargo el lugar, la importancia creciente que va teniendo la tecnología en nuestras vidas, para bien y para mal.
Las pantallas (como se dice) cumplen una función a veces de auxiliar, informativa, de compañía o de “pantalla” esto es, está al servicio de tapar angustias, preocupaciones, distraernos de nosotros mismos, o sea evitar conectarnos con lo que nos pasa. Logramos así no tomar conocimiento ni del hecho de que estamos insatisfechos, angustiados o atravesando situaciones que las sentimos como un “sin salida”.
Abundan también la baja tolerancia a la frustración y al dolor. La tristeza tiene mala prensa y hasta se medica. No hay tiempo para los duelos. La necesidad de éxito inmediato está a la orden del día.
La intolerancia en los vínculos esconde el temor a lo diferente que produce entre varias situaciones, desde el tan difundido “bullying” hasta la tristemente celebre “grieta” que partiendo de lo político-social baja y afecta en ocasiones los vínculos familiares y de amistad produciendo alejamiento y pérdidas que nos dejan perplejos.
La era de la “simultaneidad” nos da la errónea idea de que podemos estar en varios lugares a la vez y es así como no estamos en verdad en ninguno…entonces sobreviene el vacío…gran paradoja de estos tiempos, nos sentimos solos estando “hiperconectados”.
Tapados de actividades, de obligaciones, con más de un trabajo a la vez, a veces. Inmersos en preocupaciones y atravesados por las constantes crisis económicas, “cuesta” (en todos los sentidos de la palabra) hacerse espacios para el disfrute y esto salpica inevitablemente a la relación de pareja. Si no nos conectamos con nosotros mismos ¿cómo hacerlo con la pareja?. No hay lugar para el diálogo…Lo mismo aplica para los vínculos familiares y es así que tenemos que lidiar en las vacaciones con personas que sentimos tan distantes…
Por otro lado las figuras paternas están en revisión, por temor a caer en el autoritarismo (modelos más típicos de otra época) se complica, a veces, asumir roles de autoridad y así se da un terreno fértil a todas las problemáticas de la infancia y sobre todo la adolescencia que sufre el desamparo, la falta de contención y de referentes necesarios para un sano crecimiento.
Capítulo aparte merecen las llamadas enfermedades psicosomáticas que implican una compleja desconexión cuerpo-mente cuya explicación se aparta del objetivo de este texto.
Dedicarnos tiempo ese seria el objetivo. Darle lugar a nuestros problemas, tomar las riendas de nuestra vida, esa es la única manera de estar mejor, de lograr el alivio a nuestros malestares.
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