“En un primer momento, todos los hechos imprevistos causan pánico porque nos encuentran inermes. Pero también es cierto que no todos percibimos lo que nos pasa de la misma manera. Aquí entra en juego la psicología que estudia la mente humana en su complejidad única e irrepetible, porque cada uno de nosotros difiere de los demás y percibe la realidad a su manera. Así como también se vincula e interactúa con el ambiente de manera única”.
“En las tragedias están los que reaccionan antes, otros después y otros sucumben. Nuestra tarea es ayudar a los que no logran encontrar las fuerzas para salir del miedo, el dolor, el estrés, los que no logran elaborar situaciones imprevistas y caen en el miedo, se desorientan y se deprimen”, responde Paolo Bonanno Cinarelli.
“Como profesionales, lo primero que aconsejamos en estos casos es abandonar la idea de tener el control absoluto sobre lo que nos rodea. Lo imprevisto no depende de nosotros y no lo podemos controlar”, responde Paolo. Además, nos explica que, a esta altura, entran en juego tres dimensiones de nuestra conducta:
– Dimensión del control: en la que somos centrales y tenemos el control absoluto de nuestras acciones.
– Dimensión de la influencia: se manifiesta cuando no tenemos el control total de lo que nos pasa porque hay variables que no dependen de nosotros.
– Dimensión del compromiso: en este momento es la que más nos interesa porque nadie tiene el control, como ocurre con esta pandemia nosotros no la podemos condicionar y nadie tiene la responsabilidad de lo que nos pasa.
A esta altura nos colocamos en la dimensión del compromiso, en la que no tenemos el poder ni la responsabilidad de lo que nos pasa. Así, nos predisponemos de otra manera hacia el evento, en el sentido que, si logramos comprender realmente que no lo podemos cambiar, pasamos a un nivel sucesivo, que consiste en cambiar nuestro pensamiento en función de un cambio necesario frente a un acontecimiento imprevisto y no intencionado.
“Tenemos que abrir nuestro pensamiento para encontrar los recursos necesarios para seguir adelante y lograr superar la adversidades de la vida. Y levantarnos con una fuerza renovada para superar las situaciones fuertemente estresantes y aprender a ser resilientes“, expresa el psicólogo.
Para seguir adelante, es necesario distinguir entre estrés y ansiedad. “Muchos relacionan estos términos a eventos negativos, pero lo hacen como si fueran lo mismo. Por ejemplo, «me da mucha ansiedad esta situación» o también «enfrentar esta situación me da mucho estrés». Pero no es lo mismo.
La ansiedad es muy común y se trata de una agitación individual que por lo general aparece acompañada por el miedo, nervios, preocupación y hasta pánico. Surge de nuestro interior y puede estar ligada a pensamientos, recuerdos, imágenes o la vivencia de situaciones similiares que muchas veces se experimenta con reacciones corporales muy específicas como la sudoración, taquicardia y la aceleración de la respiración”, explica.
Asimismo, Paolo nos explica que se puede hablar de dos tipos distintos de ansiedad: el estado de ansiedad y la personalidad ansiosa. La primera es una condición transitoria, cambiante en el tiempo y se refiere a un momento o situación particular. La segunda es una característica de personalidad que, en muchas situaciones, nos predispone a reaccionar con un alto nivel de ansiedad.
El estrés se refiere al desequilibrio percibido entre las exigencias ambientales y la capacidad de respuesta. Por lo general, provoca un incremento de ansiedad, porque esta incapacidad de respuesta sugiere un peligro. “Por este motivo, el estrés está vinculado al estado de ansiedad, mientras que la personalidad ansiosa es independiente de las situaciones porque se trata de una ansiedad que ya está interioriza”, destaca.
“Necesitamos aprender a ser resilientes y, de esta manera, volvemos a nuestro primer nivel. Una vez que somos conscientes de que no podemos tener todo bajo control, nos damos cuenta que tenemos que estar comprometidos con una situación.
El segundo nivel nos indica que la ansiedad puede estar ligada al momento o ser parte de nosotros y podemos calmarnos aprendiendo unas técnicas específicas de relajación. El tercer nivel nos plantea enfrentar una situación que nos exige preparar nuestro pensamiento hacia un cambio. Debemos encontrar los recursos y apelar a todas nuestras energías para no ceder ante la crisis que nos provoca la ruptura de nuestro tipo de vida”, detalla Paolo.
Necesitamos apelar a nuestra capacidad de resiliencia. La resistencia a los eventos negativos que nos ponen en la condición de enfrentarlos y levantarnos para empezar de nuevo. Biológicamente, la resiliencia puede interpretarse la autorreparación de los daños, o en el campo de la informática la podemos imaginar como un sistema operativo eficaz y resistente al desgaste, pero en la psicología es la capacidad de resistir a los golpes de la vida sin quebrarnos manteniendo los mismos recursos mediante una reorganización de nuestra vida.
“Las personas resilientes son las que encontraron los recursos y la fuerza para superar las contrariedades en sí mismas, en las relaciones humanas o en sus varios contextos de vida. Los resilientes son personas optimistas y saben que no todo puede ser como lo desean, pero son capaces de diseñar estrategias para superar las dificultades de la mejor manera”.
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Fuente (Entrevista): https://mardelplata.italiani.it/la-cuarentena-bajo-la-mirada-de-un-psicologo/?fbclid=IwAR0J5pU3Irl9liUeGfMRFwUMdi7ipDIPwyo5XBgxmNvQ2X1ZyeBVfXv4-Zc
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