Como todos sabemos hay una relación estrecha entre nuestro mundo interno y nuestro exterior. Reflejamos en nuestro aspecto muchas veces cosas que nos pasan internamente, incluso a pesar nuestro, cuando querríamos que otros no pudieran advertirlas.
La manera en la vivimos en nuestra casa, tiene que ver con cómo vivimos en nuestro interior.
Si postergamos crónicamente cosas internas es probable que posterguemos crónicamente el orden de las cosas externas. Y vicerversa.
Si acumulamos cosas desordenadas dentro nuestro y nos acomodamos a vivir en ese desorden, sería muy lógico que la forma en la que tenemos nuestra casa lo refleje.
La realidad que vemos cuando alguien acumula es que esto afecta su calidad de vida. En primer lugar porque entrar a su casa es difícil: físicamente difícil. Hay personas que tiene obstruida la puerta de entrada de su casa por la cantidad de cosas que tienen. Lo he visto y me dedico a ayudarlas. Con poco tiempo nos damos cuenta de que entrar en su vida también es difícil. Es frecuente que la elección sea taparse de cosas. ¿Por qué? Fácil, todos tenemos miedo a ver, muchos imaginan que lo que verán es mucho más duro de lo que tal vez es en realidad, de modo que tapar, postergar y no ocuparse es la manera de no lidiar con eso. No lidiar es una decisión. Postergar es decidir no ocuparse hoy, ni mañana, ni… Así es que este tipo de personas se acostumbran a vivir incómodas: a no poder apoyar algo en la mesa de luz porque no hay lugar, a no encontrar las llaves, ni la factura, ni la escritura de la casa, ni las claves del banco ni los estudios médicos que se hicieron, ni… Claramente acostumbrarse es lo peor que pueden hacer porque cuando el ser humano se acostumbra, se acomoda y cuando se acomoda ya no está problematizado con lo que vive. Y si las cosas no son un problema, ¿por qué las deberíamos resolver? Cuando no hay un problema, no hay chance. Cuando el desorden es el hábitat elegido, el ojo se acostumbra aunque el cuerpo y el alma estén incómodos. No tardará en llegar el momento en que aparezcan dolores de músculos o contracturas porque la energía no circula ni dentro del cuerpo ni dentro de la casa.
Des-apegarse de las cosas, dejar ir, optar por algo y no por todo es tener la capacidad de ordenar, de jerarquizar, de entender que no tienen la misma importancia los documentos y el ticket del supermercado, no vale lo mismo el dibujo de los hijos y la etiqueta de una camisa. Si: hay gente que no distingue esto y lo guarda todo: TODO.
También dejar ir es un duelo. Cuando un ser querido se va, sus cosas quedan y conservar e incluso adquieren un significado especial. ¿Guardar todo lo del otro? ¿TODO? ¿O es parte del duelo poder con el tiempo dejar ir mucho, guardar algo y seguir con la propia vida? Ordenar es poner cada cosa en su lugar, las internas y las externas. Nunca es saludable la acumulación. Nunca es buen signo el excesivo desorden. Y el excesivo orden también es un desorden. La casa no debe ser un caos, y tampoco un museo. Los extremos no son buenos. Lograr un equilibrio en el exterior de nuestra casa afecta lo interno de tal forma que ayuda a ubicar otras cuestiones menos conscientes, y viceversa. Sólo es cuestión de tomar la decisión.
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27 de julio del 2018
Muy linda nota. Coincido con María Magdalena, en que conocer la realidad doméstica del paciente, es de gran ayuda diagnostica.
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