Ciertas frases popularizadas, tales como “hay que dar sin esperar nada a cambio”, han marcado mi vida, como una verdad total y absoluta.
Nada mas gratificante que los gestos de generosidad hacia extraños que producen tanto placer cuando son dados desde el corazón. Este dar sin recibir, se produce entre dos personas desconocidas donde no hay un vínculo sostenido en el tiempo.
La teoría sistémica ha mostrado que los organismos vivientes se compensan. Que para que haya equilibrio entre los miembros de un sistema es necesario que haya circulación de energía entre sus elementos. De lo contrario la energía se estanca, produciendo conflicto.
Lo mismo sucede en nuestro cuerpo. Cuando estamos ansiosos, tensionamos una parte nuestro sistema produciendo una contractura, que a su vez altera la circulación de la sangre, afectando de múltiples formas la totalidad del organismo. ¿Esto por que sucede? Porque al estar ansiosos, estamos utilizando nuestro organismo de una forma fragmentada. Solo estamos utilizando nuestra mente y en modo futuro. Adelantándonos a algo que es ficción por que no existe aun.
De la misma manera que se da en el organismo, sucede en el plano vincular: Si damos sin esperar, empezamos a acostumbrarnos a intentar agradar a todos menos a nosotros mismos. Nos vamos drenando energéticamente. Esto sucede muchas veces por ciertos patrones aprendidos en nuestra infancia. Padres muy exigentes, muy infantiles, incapaces de sostener, de cuidar, de contener al niño. Son padres infantilizados y sus hijos terminan sobre-adaptándose para ser amados, haciendo lo imposible por no molestar, por encajar, ya que portarse bien es formar parte del clan que me mantiene vivo y a salvo.
Ahora ya hemos crecido y eso que aprendimos no es funcional. Necesitamos ir desterrando estas creencias de falta de merecimiento y que esa energía que damos vuelva a nuestro sistema de alguna manera. Para eso sería bueno sentirnos merecedores de recibir. Recibir la vida es vivir en este espacio, en este tiempo, en el presente!. Recibir simplemente lo que se nos es dado. Desde una mirada, hasta un atardecer, un café, una flor, una rica cena o un desafío. Recibir juzgando menos, pensando menos.
Muchas veces estamos en otros lugares, deseando que las cosas sean de otra manera, en algún momento del futuro o del pasado. Preocupados, angustiados, deprimidos. Ninguno de estos registros corresponden al AHORA. Ya no escapemos más. Lo mas lindo de la vida está sucediendo ahora.
Una de las maneras de aprender a recibir es volver al cuerpo. Darle un respiro a la mente y salir de nuestros pensamientos constantes refugiándonos en las percepciones, las sensaciones corporales. Los aromas, los sonidos, un rico te, son diferentes vehículos que permiten entrenar esta percepción de presencia.
Nadie va a darte lo que no podes darte a vos misma/o. ¿Te sentis merecedora? ¿Qué compromiso tenes con vos misma/o?
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