A Esos locos bajitos que se incorporan
Con los ojos abiertos de par en par
Sin respeto al horario ni a las costumbres
Y a los que, por su bien, hay que domesticar…
(Joan Manuel Serrat)
Quizás, la poesía de Serrat nos invite a preguntarnos “¿qué queremos decir con domesticar?”. Cuando los traemos a casa por primera vez y son tan prematuros, indefensos, suena salvaje también el hecho de querer domesticar. Freud hablaba de “domesticar las pulsiones”. En el caso de los niños aún se encuentra en proceso de construcción las categorías psíquicas que tienen que ver con el superyo, la represión, etc. El hecho de que sean impulsivos es porque todavía no desarrollaron la “capacidad de espera” y entonces, a modo de prueba y error, van pasando por distintas etapas donde se pone en juego la necesidad, la satisfacción y las frustraciones.
Si los mecanismos psíquicos del niño, están en formación y la situación que atravesamos con la pandemia no es la más adecuada para nuestros hijos, es posible que se propicie un desequilibrio emocional que se vea traducido en síntomas, en indicios que nos hacen saber que algo no está bien, o que lo “normal” nos está quedando por fuera del conjunto.
Los motivos de consulta empiezan a aparecer encarnados en: “Mi hija se broto toda y no sé qué será”; “a mi hijo se le cae el pelo”; “mi nena dice que esta triste no para de llorar”; “a mi chiquito le pasó que no quiso salir a la calle el día que teníamos permitido”; “mi hijo de 14 se corta”; “mi hija de 12 años no quiere comer”, etc.
Como adultos somos los responsables de brindar el espacio de protección y contención que los niños necesitan. A su vez, nos resulta difícil porque estamos sobrepasados y tememos igual que un niño. También nos puede pasar el hecho de minimizar o negar la situación rechazando la posibilidad de preguntarnos cómo están hoy nuestros hijos, qué les está pasando, qué sienten.
Nos dice Serrat que: “queremos el bien para nuestros hijos”. La realidad es que estamos preocupados pero no sabríamos qué decirles si se abre la conversación, porque la incertidumbre es la que reina y comanda en la cuarentena, y entonces es un impacto que nos arrastra a todos.
Considero que es de importancia estar atentos respecto de las angustias que están en juego y poder identificar si se trata de un comportamiento normal que se da como respuesta reactiva frente a la situación de peligro y amenazante como es el covid y los contagios. Estar prevenidos, tomar los recaudos necesarios de higiene y hablarlo con los niños para que puedan desahogarse respecto de los miedos que sienten.
La siguiente etapa es identificar si las manifestaciones tienen que ver con casos en donde existen lesiones, estados de ánimo depresivos o pronunciamiento severo de los rasgos de carácter (como el mal humor o signos de agresividad). De ser así, debemos realizar la consulta con un profesional que pueda realizar un tratamiento y seguimiento del caso.
Retomando las problemáticas anteriores: si tu hijo no quiere salir, no lo obligues, escúchalo y que pueda hablar de cómo se siente. Realicen alguna actividad juntos como dibujar, leer un cuento, etc.
Si tu hijo dice estar estresado, preguntale si le gustaría hablar en terapia del tema con un profesional que pueda ayudarlo o si prefiere hablarlo con vos. Procura estar presente y hacer el seguimiento.
Esta a nuestro alcance el hecho de ocuparnos de lo que nos concierne cuando se trata de la salud mental de nuestros hijos. Tengamos en cuenta que nuestras frustraciones no se vean proyectadas en ellos afectando su entorno.
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